miércoles, 19 de enero de 2011

Retos y transformaciones en la educación media superior

La educación media superior de México, al inicio del siglo XXI, es un ámbito de grandes retos, pero también de grandes oportunidades para el país. En cuanto a los desafíos, en el año 2007 el nivel medio superior presentaba las mayores carencias de todo el sistema educativo. Probablemente el indicador más contundente es que éste era el nivel con mayor deserción, con cerca de 40 por ciento. Y quizá el elemento más dramático e ilustrativo de sus deficiencias es que la principal causa de deserción, de acuerdo con los propios jóvenes que deciden dejar el bachillerato, es que la escuela no les gusta, no les sirve o no se adecua a sus intereses y necesidades. La falta de recursos económicos es el segundo motivo.
Por décadas el nivel medio superior se caracterizó por su desarticulación y dispersión, así como por la carencia de programas y políticas públicas que le dieran sentido e identidad. Entre los abundantes indicadores, destaca que se contaba con más de 200 planes de estudios distintos y prácticamente inconexos; paradójicamente, no existía movilidad ni tránsito entre dichos subsistemas. Es decir, si un estudiante comenzaba sus estudios en alguna modalidad, tenía que volver a iniciar el bachillerato si deseaba cambiarse a otra opción.
El nivel medio superior también ha sido tradicionalmente el de mayor reprobación y repetición, lo cual se refleja en la trayectoria posterior de sus egresados y egresadas. Aún entre quienes logran graduarse, solamente 50 por ciento continúa con la educación superior; la mayor tasa de desempleo entre toda la población de México se observa precisamente entre los jóvenes de 18 años que egresa del bachillerato —con una tasa de 8.5 por ciento; en promedio, un recién egresado tarda al menos ocho meses en encontrar su primer empleo—.
Estos indicadores reflejan en sí mismos la urgencia de atender a este nivel educativo. Sin embargo, el reto actualmente es aún mayor, pues es precisamente en la primera década del siglo XXI cuando México cuenta con el número más grande de jóvenes en toda su historia. Esto implica que se está presentando y se observará en el futuro la mayor presión de demanda por estos servicios.
El nivel medio superior constituye también una gran oportunidad. De hecho, la presión demográfica puede convertirse en una “ventana de oportunidad” si el país es capaz de ofrecer una educación de calidad a los jóvenes en la edad crítica de 15 a 18 años, que es el rango en el cual se cursa normalmente este nivel. El aprovechamiento de esta ventana tendrá impacto en al menos tres ámbitos que conformarán el rostro del país en el futuro. El primero es la consolidación de la democracia y la construcción de ciudadanía, pues al integrarse al bachillerato los estudiantes están en las primeras etapas de su adolescencia, pero al egresar, aproximadamente a los 18 años, ya son ciudadanos; es decir, cuentan para entonces con derechos y obligaciones. El segundo es la estabilidad y el progreso social, pues los jóvenes en edad de cursar el bachillerato y que cuentan con la oportunidad de estar en el sistema educativo, son menos propensos a la violencia, las adicciones y otros riesgos que quienes están fuera. El tercero tiene que ver con el desarrollo y la prosperidad. Es en el bachillerato donde los jóvenes comienzan a perfilar su trayectoria profesional y en la medida que la educación sea pertinente y de calidad, se contará con los recursos humanos necesarios para mejorar los niveles de productividad y competitividad de México.
Ante esta realidad de grandes retos y oportunidades, en el año 2007 se inició un proceso de cambio estructural de la educación media superior que ha sido posible gracias a la confluencia de cuatro grupos de actores: las autoridades educativas estatales, las autoridades educativas de las instituciones de educación superior, representadas por medio de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior,el Poder Legislativo y las autoridades educativas federales. El factor de confluencia ha sido la conciencia compartida de la importancia estratégica del nivel medio superior y la urgencia de modernizarlo y ponerlo a la altura de las exigencias del mundo actual.

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